Había días,en los que parecía,por momentos,que desaparecían las brumas que siempre le acompañaron sus últimos años.
Parecía como si el faro de la esperanza de tiempos mejores,una vez puesto a punto,brillara con fuerza,disipando todas las dudas que le asaltaban,que empañaban su presente y amenazaban su futuro.
Era una sensación que difícilmente podría explicar,gráficamente,seria algo así como si la famosa espada de Damocles pendiera sobre el moviéndose a ritmo de botafumeiro y tuviera que tener los reflejos suficientes como para esquivarla constantemente y además estar pendiente de todos esos detalles que por cotidianos no podía dejar de lado.
Esos momentos,solían ser fugaces,la angustia que le había sido diagnosticada como crónica,no tardaba mucho en bajar lentamente por la ladera de su vida cubriendo rápidamente todo el valle de sus sentimientos. No podía esperar otra cosa del mañana,sabia que esa constante,había de acompañarle el resto de sus días.
Su sino,estaba marcado.
Mira que escribes bonito, niño.